miércoles, 6 de diciembre de 2017

La punta del iceberg

Los hechos vividos en la Alemania de los años duros nos han traído innumerables obras de todo tipo y género, en las que se han recreado historias y sucesos de diversa índole. El trabajo de rememoración y recuperación de testimonios ha sido la piedra angular de crónicas llevadas a la literatura y al cine por diversos autores a lo largo de los años de posguerra, que han ayudado a mantener viva la memoria de millones de personas víctimas de un régimen infausto, de una guerra injusta. La Segunda Guerra Mundial se nos presenta hoy como uno de los hechos históricos más recreados en la historia del cine, por ejemplo.
Este último hecho ha instaurado, en el imaginario colectivo, la idea de que sobre la Segunda Guerra Mundial todo está dicho. Que ya se ha mostrado, incluso, la basura que se había escondido bajo la alfombra. Y de repente, se encuentra uno con un texto que ha pasado casi desapercibido y que se nos vuelve el testimonio más fiel y desgarrador sobre los atropellos cometidos por el régimen nazi. Si esto es un hombre de Primo Levi es la crónica vivencial de un judío en Auschwitz. Un relato testimonial que recoge toda la experiencia de una persona que se replantea desde su Dios hasta su propia condición de ser humano, mientras comienza un descenso sin fin a través de la miseria y la pesadumbre de un hombre.
Con el correr de las páginas, Primo Levi nos va relatando el día a día de Auschwitz. Los pequeños hechos cotidianos que se transforman en huracanes espirituales para todos sus reclusos. Los detalles descriptivos que nos sumergen en un viaje en el tiempo y en el espacio para ubicarnos en el centro de la escena. Su conciencia de la pérdida absoluta de la dignidad humana que lo lleva a ejecutar múltiples actos de humanidad que se nos presentan como pequeñas victorias de un espíritu que no se resigna. Y la voz del narrador que no relata más que todo lo que ha vivido, sin ficcionalidad ni demasiados recursos poéticos que adornen este llamado desesperado hacia el resto del mundo. La sensación que nos deja su lectura es la de una perturbación sin nombre que no parece buscar la lastimosidad o el melodrama, sino el análisis racional de un hecho de brutalidad que conllevó a la deshumanización y cosificación de toda la raza humana. La duda ética y existencial surge de la pesadumbre de ver al hombre aniquilando al propio hombre, en una especie de animalización constante.
Y es que toda la duda existencialista está presente en este libro. Y efectivamente, pocos autores han llegado hasta el punto extremo de replantearse toda la existencia humana por su propia experiencia de los hechos. Pero su tragedia toda y su suicidio casi a destiempo nos demuestran que las tres obras reunidas finalmente bajo el título de Trilogía de Auschwitz son sólo la punta de un iceberg. Toda aquella materia sumergida quedará escondida sólo en la memoria de quienes padecieron la expansión del régimen nazi y la Shoah. Pero la importancia de Levi radica, finalmente, en hacer de esa tragedia eminentemente judía, la tragedia de todos los seres humanos que hemos sido capaces de devastarnos unos a otros con una brutalidad amorfa, desde el inicio de los tiempos. Pero este testimonio relatado con un dolor tan latente permitirá que las atrocidades cometidas por el Deutsches Reich nos queden olvidadas en los anales de la Historia, poniendo al hombre por encima de la idea de destino de los pueblos.

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